Cierre la puerta al salir

Lo cierto es que ni siquiera estaba leyendo la revista. Ya la había leído, se la había prestado hacía unos días a un compañero del trabajo y me la había devuelto. Los que estaban en mi mesa se descojonaban cuando se lo conté (ni se habían enterado) y algunos me llamaban pasota. Normal, ni me inmuté, cerré tranquilamente la revista y les conté la anécdota. Sólo faltaba un minuto o dos para las seis, además no salgo a fumar... Esta última excusa también me vale para mirar mis rss. Justificarse es fácil.

Pero lo cierto es que sí me mosqueé un poco unos días después. Se suponía que nos iban a dar permisos para acceder al portal de internet. Yo, de repente, perdí los permisos para acceder a la intranet. Nada que me preocupara demasiado, pero una hora después tampoco podía validarme en el dominio, lo que implica que no tener internet. Al paso que avanzaba el asunto, para después de comer tendría un tipo sentado en mi silla y mis cosas habrían desaparecido. Sería el despido más sutil de la historia; como si nunca hubiera trabajado allí

Pero conservé la calma. Me puse a mandar correos a diferentes departamentos a ver si alguno me ayudaba. Tras media docena de correos ya me redirigieron a un teléfono, y tras la llamada y unos pocos mensajes de "cuenta bloqueada", todo estaba arreglado.

No parece una buena idea preguntar, pero todo parece indicar que hay un número limitado de veces que el proxy te puede bloquear páginas web antes de bloquearte a ti directamente.