Una vieja gloria
Aún recuerdo cuando, de niño, no comprendía por qué a mi hermano no le gustaban los dibujos animados. Sí, podía ver los de la Warner, pero no le veía la gracia a otros como Chico Terremoto, Caballeros del Zodíaco u otros que a mí me parecían el súmmum del entretenimiento televisivo. Luego entendí cuando llegaron series que a mí tampoco me llamaban la atención. Pero en mi inocencia pensaba que yo vería dibujos animados toda la vida.
En mi inocencia también creía hasta hace poco que se me daban bien los ordenadores y los videojuegos en especial. Pero llevo una temporada en la que parezco destinado a convertirme en un torpe más.
Por un lado, con los ordenadores en general, me costó bastante poner una red local de ordenadores y conectarla a telecable y que el programa que usan mis padres en el estanco siguiera funcionando bien en dicha red. Luego, intentando actualizar el firmware de mi router para que dejara de colgarse le pasé el archivo equivocado y lo dejé casi inservible, no respondía ni al botón de reset. Menos mal que hay un programa para recuperarlo (ni idea de cómo funciona, porque no se podía acceder ni por telnet).
Por el otro, los videojuegos en particular. Yo era bueno. No tan bueno, ni en todos los géneros, pero maldita sea, entraba en un servidor de CS tras medio año sin jugar y seguía quedando de los primeros. Pues en el Call of Duty de la 360 soy un paquete. Puede que sea por lo de apuntar con el mando, pero es que en el Splinter Cell soy aún peor. ¡Yo! Yo, que me acababa Hitmans pegando apenas 2 o 3 tiros. Yo, que me acabé todos los anteriores SCs. No digo que nunca tuviera problemas para pasar alguna fase, pero es que con el último en vez de Sam Fisher parece que me estoy intentando infiltrar con un veterano de guerra… medio ciego… y con silla de ruedas
Me estoy haciendo viejo. Yo que me imaginaba apalizando en futurísticos videojuegos a las siguientes generaciones y, al paso que voy, en cinco años, no sabré ni coger el pad
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