Oh, think twice
No has ido al examen, pero has salido de casa. Te diriges a la facultad pero no tienes prisa, así que das un pequeño rodeo. De vez en cuando sueles hacerlo; alguno de esos días que a las 9 no te apetece ir a clase. Es uno de esos pequeños placeres de la vida
Llevas media hora caminando, tomando algunas calles al azar y otras, por encontrarte con menos gente, premeditadamente. Has pasado por La Losa cuando llegas a una gran plaza cuyo nombre nunca has sabido. Mientras la atraviesas te parece ver algo en uno de los bancos unos metros por delante de ti.
Pero no es algo sino alguien. Es un ‘sin techo’ que está tumbado de lado en el banco. Sin techo, curiosa palabra; ¿pretende ser un eufemismo? ¿Algo que precise más el ser un vagabundo? Qué más da, eso no importa ahora. Te fijas en la gente. Un simple vistazo les basta para no volver a mirarle. Incluso procuran pasar lo bastante alejados, con la mirada esquiva. No es alguien sino algo.
Tú pasas bastante más cerca. Te fijas en él. Está despierto, mirando al resto. Un momento, ¿qué es eso en su mirada? ¿Felicidad? ¿Un sentimiento de superioridad tal vez? No, imposible. Él es un vagabundo. ¿Acaso el hecho de estar allí tumbado mirando a la gente le da más perspectiva? ¿Es posible que sea él quién se compadezca de ellos, de nosotros, por ignorarle? No, no, qué estupideces dices. Cómo va a ser eso; lo que pasa es que vive feliz en su ignorancia. No es culpa suya.
Ya lo has dejado atrás. Vaya, quizás deberías haberle dado algo. No estaba pidiendo, pero seguramente lo necesitaba. Te viene a la mente el tipo que te encontrabas pidiendo de camino a la facultad. Lo recuerdas perfectamente; cómo también era ignorado, su mirada de profundo agradecimiento cuando le dabas unas monedas. ¿Se acordaba de ti de un día para otro? ¿Le dolería entonces los días que negabas con la cabeza cuando extendía la mano? Parecía un buen hombre, deberías haberte tomado la molestia de pararte un día a hablar con él. ¿Alguna vez lo pretendió él? Puede que le hubieras dado un poco de felicidad. Invitarle a un café… Ni siquiera te quitabas los cascos para oír sus agradecimientos. ¿Qué habrá sido de él? Simplemente un día desapareció y no volvió. Se habrá ido a pedir a otra calle, o a lo mejor salió adelante. Sí, seguro que sí, seguro que…
Maldita sea, ahora estás muy lejos. Dar media vuelta sería demasiado complicado. Dar la vuelta, caminar 30 metros e ir a hablar con aquel hombre… no, otra vez será. Además seguro que está borracho. Sólo me faltaría eso, que me montara un escándalo. Quieres ayudar y acabas peor parado, vagabundos… Seguro que si está en la calle es porque se lo merece; en el fondo todos recibimos lo que nos merecemos. Además seguro que tampoco ha hecho nada por dejarla. Sí, ya te sientes mejor. Tú a lo tuyo, debes seguir tu camino.
Etiquetas: exámenes, reflexiones, socializando
1 Comments:
Gracias a Haloscan por borrarme todos los comentarios a este post en mi anterior dominio
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