La panadería
Bueno, visto que aquí al personal sólo le interesa devorar post independientemente de lo aburridos que sean voy a actualizar :)
Cuando llevas varias semanas yendo a un establecimiento y pides lo mismo llegas al maravilloso punto en que puedes apoyarte en el mostrador y decir “lo de siempre”. En el caso de las cafeterías, mis gustos no son tan refinados como los de Frasier (“¿eso es canela?”) y tampoco voy todos los días a la misma cafetería; así que ese estado idílico vendedor-cliente sólo lo he podido desarrollar en la panadería. Sí, ya se que no es lo mismo, pero que le vamos a hacer…
Un día como cualquier otro entré y antes de que yo dijera nada ya tenía el pan en el mostrador; oh, glorioso día, si hasta me reservan mi pan de leña sin que yo nunca se lo hubiera pedido. A partir de aquel día sé que podría entrar con mis cascos y sin mediar palabra, coger mi barra, pagar e irme; simplemente genial. Evidentemente no lo hago, ya sabéis, por eso de ser educado un “hola”, “gracias”, “hastaluego”, etc... nunca están de más
Pero sobre lo que realmente quería actualizar era sobre lo siguiente. Un buen día como cualquier otro bajé a por el pan, la barra de siempre no la tenían así que pedí otra. No era algo que me importara especialmente, pero la chica que me atendía me empezó a explicar que el panadero de siempre ese día no estaba, entonces no sabía que barras están pedidas de antemano, que mañana ya estaría y … … …
Sin embargo, esos puntos suspensivos no significan que yo dejara de escuchar, de hecho oí todo perfectamente hasta ese punto. El problema fue que, sin motivo aparente, la chica comenzó a bajar el tono de voz… Seguía sonriendo y moviendo los labios, lo que me hacía pensar que todavía estaba hablando conmigo, pero yo era incapaz de oír una palabra. Eran como divagaciones en voz alta, como si estuviera hablando con ella misma. Se dirigió a la caja y yo ya sólo oía un murmullo. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Pedirle que lo repitiera? Después de todo sólo una conversación para tener un trato más humano con el cliente. ¿Irme sin más entonces? Pero, ¿y si no lo era? ¿Cómo quedaría yo entonces? ¿Un grosero desagradecido?
Ante tal dilema; mientras notaba como el monólogo, más que un monólogo, se aproximaba ya a un loco cuando habla consigo mismo, decidí mantener la sonrisa impecable unos segundos más e irme. Llegué a mi portal aún con la duda rondándome por la cabeza. ¿De la ausencia de un panadero se podía sacar tantas divagaciones? ¿Me estaría pidiendo disculpas? De todas formas, ya nunca lo sabría.
Al día siguiente volví, supongo que con el tema ya olvidado; no recuerdo ninguna mala mirada, por lo que quiero suponer que no hice mal
Etiquetas: compras, conversaciones, momentos incómodos
3 Comments:
Yo siempre digo: una duda resuelta compensa mil preguntas erroneas.
ROCH
La chica seguia alli al dia siguiente??
Piensa q a lo mejor no se... te estaba tirando los tejos, cagandose en toda tu familia... cosas asi por el estilo
Dulivan
"La chica seguía alli al dia siguiente??"
Coño, pues claro, era la dependienta... no se iba a suicidar porque un cliente la ignoró... :P
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