El encuentro
Bob está en su cafetería preferida. Le gusta ese sitio; acogedor, buena música,... Después de un par de horas acaba su té con leche, se despide de sus amigos y sale del local. Ya ha oscurecido. Se pone su camisa holgada, se pasa el pelo por detrás de las orejas y se ajusta los auriculares. Comienza su regreso a casa mientras balbucea alguna canción de los Stones.
No es demasiado tarde; pero, por suerte, no encuentra mucha gente a su paso. Eso le gusta. La calle vacía; poder tararear, silbar o cantar sin que nadie le tome por un loco. Sigue el ritmo con sus pisadas. Tiene la sensación de que es el dueño de la ciudad, o, al menos, de la calle.
Después de 30 minutos caminando llega a una plazoleta desierta; en el centro, coronándola, una inmensa fuente. Bob apaga su reproductor, quiere oír el agua. Ahora se siente aún mejor. Oyendo sus propias pisadas y rodeado por el ruido que hace el agua al correr. Su satisfacción se ve interrumpida por una borrosa silueta a lo lejos.
Bob vuelve a encender su reproductor. Mientras se acerca, la silueta toma forma. Se trata de otro tipo de más o menos su edad. Bob le estudia en apenas unas décimas de segundo. Camisa de pana, pelo largo, auriculares... Cuando están prácticamente a la misma altura, las miradas se cruzan. Ambos la sostienen lo que parece una eternidad. Finalmente, al mismo tiempo que su oponente, Bob baja la vista. Cuando ya les separa un metro, sonríe. Es una sonrisa de superioridad. "Menudo capullo", piensa Bob. Hace un gesto con la cabeza, como queriendo olvidar el momento, se ajusta los auriculares y sigue su camino a casa.
5 minutos antes...
Billy sale de casa. Es un poco tarde para su gusto pero un día es un día. Se abrocha la camisa, se pone los cascos y sale de su portal. Cinco minutos después se acerca a una plazoleta con una fuente. Ha desviado ligeramente su camino sólo por el ruido del agua, le relaja. Sin embargo, la paz de caminar solo se ve interrumpida. Levanta la vista y se encuentra con un tipo de pelo largo con la camisa al viento. Billy arquea su ceja, sostiene la mirada con el desconocido unos tensos instantes. Cuando lo rebasa, aún con su ceja arqueada, sube el volumen de la música, se rasca la frente y prosigue con su camino.
Varios minutos después llega a un café. Hizo el resto del viaje sin cruzarse a nadie. Eso le encanta. Entra en el local; perfecto, tiene buena música y no demasiada gente. Pide un Okey y se sienta. Ante la pregunta de "qué tal" de un amigo responde, "Bien, pero me he encontrado a un imbécil de la que subía...".
Etiquetas: reflexiones, socializando
5 Comments:
¿Alguna vez has hecho eso de odiar a alguien solo por violar tu espacio delante de tu fuente? (Porque es tu fuente...)
D Brenes
¿Alguna vez has hecho eso de odiar a alguien solo por violar tu espacio delante de tu fuente? (Porque es tu fuente...)
D Brenes
Hombre, este post iba más bien por otro camino... Lo primero es que no soy yo, son Billy y Bob
La idea nació de una vez que hablábamos de cine en la terraza de la Calleja, pero en plan hardcore-professionals, y a voces. Santi y yo nos dimos cuenta de que si nosotros mismos estuviéramos en otra mesa escuchando (como seguro que había alguien) pensaríamos que éramos unos capullos pedantes
Entonces se me ocurrió que, seguramente, si me encontrara conmigo mismo, me caería mal
Así que lo he plasmado en esta pequeña historia de una persona al azar llamada Billy
Es reconfortante encontrar alguien cuya capacidad para idear nombres para los personajes de sus relatos es aun peor que la mia.
(Ja, asi que es Azar quien ha influido en este relato. Seguro que es algún diabolico mensaje para sus huestes de palomas. Debo evitar que siga utilizando a Abe...)
ROCH
Lo que pasa es que Billy Bob siempre me recuerda a típico nombre que podría poner Cletus (o Cletis) a un hijo suyo y me hace gracia
Total viene a ser lo mismo para el relato poner Billy y Bob que Marcos, Carlos, etc...
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