Memento

Despiertas. Sólo hay oscuridad a tu alrededor, salvo por unos números en rojo. Son las 3:45 de la madrugada. Tienes la boca seca, será mejor ir a beber algo de agua. Lentamente te incorporas, te calzas las zapatillas y avanzas a oscuras por la habitación. Cuando estás por la mitad del pasillo algo te hace parar en seco. Una pregunta ha invadido tu mente. Una pregunta cuya respuesta no conoces. ¿Qué día es hoy?

No parece una pregunta difícil. Deberías poder responder sin problemas y, sin embargo, no puedes. Y allí sigues, a oscuras, congelado en el pasillo. Torpemente intentas recordar; ¿qué día era ayer?, ¿recuerdas haber visto algún programa semanal en la tele? Nada… Piensa; tiene que haber algo, un hecho significativo.

Finalmente algo te hace recordar. Es 8 de junio, martes. La pregunta ya tiene respuesta y, sin embargo, tú te sientes mucho peor. Estás en plena época de exámenes, sabes que mañana madrugaras y tendrás que estudiar, que próximamente tendrás un examen. Te das cuenta de que hace apenas 10 segundos tu mayor preocupación era beber un poco de agua. Deseas volver a aquel estado, libre de toda tensión; aunque sabes que no puedes. Tu único consuelo reside en volverte a dormir cuanto antes y, así, disfrutar de unas horas de paz. Por fin, pesadamente, llegas a la cocina, bebes y vuelves a la cama. Te duermes no sin antes haberle dado vueltas al asunto una y otra vez.

A la mañana siguiente recapacitas sobre lo acontecido. Durante esos breves segundos de confusión eras igual que un amnésico. Te das cuenta de un error del cine de hasta hace unos pocos años. Cuando un amnésico se despierta en una cama, lo primero que piensa y dice no es “¿Cómo me llamo?”; sino que intentará ir a algún sitio, se dará cuenta de que no sabe dónde está y le asaltaran una serie de preguntas (dónde, cómo, por qué), pero preguntarse sobre su nombre no será de las primeras.

También recapacitas sobre si realmente la ignorancia es la felicidad. Puede que esa afirmación sea un poco drástica. ¿Quiere decir que para ser feliz tienes que ser estúpido? Suena drástico…Tras pensar un poco llegas a la conclusión de que, simplemente, la felicidad reside en ignorar lo que te entristece, únicamente eso. Entonces, ¿la ignorancia es la felicidad? Que más da, ya no te importa